A cualquier que haya trabajado en una oficina le ha pasado: compañeros cuya risa alcanza tales decibelios que termina por martillear tus oídos y desconcentrarte, que comentan cada cosa que se les pasa por la cabeza durante horas, aparentemente sin tener nada mejor que hacer que cotorrear con todo el mundo a un volumen considerable… Los lugares de trabajo, especialmente las oficinas, suelen ser lugares en los que el bullicio ocasional sirve para amenizar la jornada laboral. Pero, ¿qué pasa cuando se convierte en una constante? ¿Qué ocurre cuando ni siquiera escuchando música a través de tus auriculares eres capaz de silenciar el ruido que te rodea? ¿Existe contaminación acústica en el lugar de trabajo?
Los datos son inequívocos: el 25% de los españoles sufre irritabilidad cuando hay un exceso de ruido, por delante del estrés (24%), la falta de concentración (20%), el insomnio (16%) y la fatiga (8%). No en todos los casos se debe al ruido generado por los compañeros en una oficina, pero en este tipo de entornos sí tiene mucho que ver. Para hacerse una idea, cuando mantenemos una conversación en un tono normal generamos un sonido de unos 50 decibelios, mientras que el límite fijado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para que una oficina tenga confort acústico es de 55 decibelios.
Sin embargo, se trata únicamente de recomendaciones o buenas prácticas para crear entornos saludables, lejos de los 80 decibelios de forma ininterrumpida durante ocho horas fijados como límite obligatorio en la legislación española (Real Decreto 286/2006) desde hace más de una década; una cifra tope que hace referencia, especialmente, a los trabajos en los que se maneja maquinaria ruidosa (pensemos en los operadores de taladradora, por ejemplo) o en los que el propio ruido ambiente puede resultar nocivo para nuestros oídos.
Pero, volviendo a los entornos de oficina, el ruido ambiental causa estrés, afecta decisivamente a la concentración de un empleado e, incluso, disminuye hasta un 66% su productividad. Algunos estudios incluso apuntan que más de la mitad de los trabajadores se distraen más por el ruido ambiental en una oficina específicamente generado por sus compañeros. Por todo ello, existen una serie de recomendaciones para aislar a los empleados de este tipo de ruidos en la oficina, tal y como señala Inmospace.
1. Las charlas triviales, fuera de la oficina
Las zonas comunes deberían ser exclusivamente para trabajar y para hablar de cuestiones laborales. Para las conversaciones sobre las vacaciones que estás planeando, la última película que has visto, una noticia interesante que has visto o trivialidades por el estilo, el lugar apropiado es la zona de descanso habilitada por la empresa. Y, si no hay, siempre puedes apuntarte al ‘afterwork’. No pasa nada por comentar puntualmente algo privado con un compañero, pero cuando una oficina genera más ruido que un bar con barra libre, es el momento de dejar la charla, porque parece lógico pensar que puedes estar molestando a otros compañeros.
2. Menos personas por metro cuadrado
Es imposible evitar que surjan conversaciones puntuales en una oficina. Sin embargo, cuando son muy recurrentes (y muy ruidosas) una empresa puede plantearse que, quizás, haya llegado el momento de ampliar el espacio de trabajo. Dotar de mayor espacio a los trabajadores, ni muy lejos ni muy cerca, puede aumentar su productividad y, además, impide que se formen grupos numerosos que puedan generar un ruido excesivo.
3. Poner barreras para el sonido… o plantas
Las oficinas con biombos o espacios cubiculares para cada empleado pueden resultar realmente frías, pero si por algo destacan es porque aíslan con bastante eficacia del ruido del resto. Actúan como barreras para el sonido e impiden que lo que se hable a pocos metros llegue a perturbarte. Exactamente igual que las plantas, que son absorbentes naturales del ruido.
4. Cambiar de ‘pupitre’ al charlatán
Aunque parezca de primero guardería, hay quienes no aprenden aunque se les pida una y otra vez que rebajen el volumen. Para estos casos hay una solución tan drástica como infantil: cambiar de sitio al charlatán o charlatanes de turno para cortar los núcleos generadores de ruido. Sin embargo, no en todas las empresas se puede realizar, ya que depende en buena medida del tamaño. En HubSpot, por ejemplo, cuando había solo 40 trabajadores se cambiaba por sistema a los trabajadores cada seis u ocho meses para incitarles, además, a generar nuevas relaciones personales; pero cuando llegó a 700 empleados, la compañía tuvo que cambiar su política de rotaciones porque ya había áreas demasiado definidas en las que sus miembros trabajan más estrechamente si estaban situados más cerca entre sí.
5. Habilitar una zona para hablar por teléfono.
Por último, una de las situaciones que más ruido generan son las llamadas telefónicas. Por lo general, elevamos ligeramente el tono para que nuestro interlocutor nos oiga con claridad. Por eso, realizarlas en mitad de la oficina puede resultar bastante dañino para los oídos del resto. La solución para la empresa puede pasar por habilitar una zona aislada para hablar por teléfono, en la que el ruido generado no salga de esas cuatro paredes.
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